«Las enfermedades crónicas son aquellas de larga duración, generalmente de evolución lenta y que además no se transmiten de una persona a otra», destaca el experto
La OMS menciona cuatro ejemplos principales por su prevalencia en el mundo: las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas (como el asma o la EPOC) y por último la diabetes.
La artritis, por ejemplo, se caracteriza por el dolor y la rigidez en las articulaciones y tejidos conectivos; o la esclerosis múltiple, otra enfermedad crónica y autoinmune que abarca desde alteraciones visuales o de la marcha hasta las cognitivas; por otra parte, cada año mueren en el mundo más de 7 millones de personas como consecuencia de la hipertensión, otra enfermedad que no tiene cura aunque puede controlarse a través de medicamentos.
A su vez otras como el trastorno bipolar o la esquizofrenia, en las que se experimentan cambios de ánimo que pueden ir desde la manía hasta la depresión; También la Enfermedad de Crohn, que provoca de forma continuada cólicos, diarrea y pérdida de peso entre otros síntomas.
Y en el caso del SIDA, aunque los fármacos actuales son muy efectivos, no consiguen eliminarlo del organismo, por lo que de nuevo estamos ante otra enfermedad crónica, al igual que el Parkinson, que cursa con temblor, lentintud y rigidez muscular.
Y en esta lista todavía encontramos algunas más como la apnea del sueño, la epilepsia o la demencia, todas ellas muy incapacitadoras para aquellos que las sufren.
«Ofrecerles una atención sanitaria más cercana y personal es uno de los principales objetivos de la medicina actual», concluye el Dr. De la Fuente