Redacción, 13-06-2022.- “Reír me hizo invencible”, dijo Frida Kahlo y añadió: “no como las que siempre ganan sino como las que nunca se rinden”.
Siguiendo estos preceptos, la coach experta en crecimiento personal y teatroterapeuta Inma Rabasco, fundadora del proyecto Living with Choco, publica Reír y Vivir (Libros Cúpula, 2022).
Pregunta.- ¿Cómo acaba una periodista y actriz en el mundo del coaching y la teatroterapia?
Respuesta.- Tuve un cambio hormonal haciendo un personaje muy dramático: Fedra. Lo hacía varios días a la semana, era teatro muy físico, me hicieron una analítica porque no dejaba de llorar en mi vida normal y tenía la progesterona más alta que una embarazada. El medico estaba sorprendido y según fuimos hablando y le expliqué a lo que me dedicaba me dijo: ‘el sufrimiento que estás teniendo con este personaje te está alterando’. Y entonces fue cuando me di cuenta por primera vez que el cuerpo, por mucho que el actor diga tener un método para luego sacarse el personaje y demás, en esos momentos en los que tú lo estás viviendo, lo entiende como una realidad. Y eso fue el principio. Pensé que se podría hacer también el camino a la inversa. Me alejé del teatro pero me acerqué. ¿Cómo? Siempre me había encantado hacer voluntariado, así que haciendo teatro desde el lado terapéutico.
P.- ¿Por qué un libro sobre reír y vivir?
R.- Me dijeron que para posicionarme como coach sería bueno publicar un libro. Tenía un curso que funcionaba muy bien sobre la calma y pensé en un primer momento escribirlo sobre este tema. Pero como me sentía inexperta y me gusta aprender, le pregunté a Francesc Miralles (experto en desarrollo personal y coautor junto a Álex Rovira de éxitos editoriales como El laberinto de la felicidad o El bosque de la sabiduría) para que me asesorara. Él me preguntó: ‘¿Tú de qué quieres escribir?’. Le comenté que tenía un curso sobre la calma pero él insistía: ‘No, no, no, ¿tú de que quieres hablar?’. En ese momento atravesaba un problema de salud y estaba muy apagada y le dije: ‘Yo lo que quiero es reír y vivir’. Me respondió: ‘Pues hablemos de eso’. Fue entonces cuando me di cuenta de que se me había apagado la alegría de vivir de tanto querer sobrevivir y no morirme.
«Llorar también forma parte de nosotros. Cuando yo no tengo llanto o no tengo risa algo me está pasando»
P.- ¿Vivir sin reír es vivir o simplemente sobrevivir?
R.- Los budistas lo tienen como una de sus virtudes más fundamentales. El mismo médico y payaso Patch Adams (conocido como el médico de la risoterapia que fundó el Instituto Gesundheit! en 1972) dijo: ‘Reír no es una terapia reír forma parte de nosotros’. Es como decir ‘hagamos una terapia de llorar’. Llorar también forma parte de nosotros. Cuando yo no tengo llanto o no tengo risa algo me está pasando. En un niño, un pediatra o una madre se dan cuenta de que algo no anda bien cuando no se ríe o sonríe. Ahí está la clave. Nos hacemos mayores y como este lugar de la risa ha quedado relegado a placeres sensoriales, a que te lo dé la vida, a algo como anecdótico y banal se ha perdido la importancia que tiene aunque hace años que existe la ciencia de la risa, que los científicos la estudian, que se practica la risoterapia… Pero popularmente sigue siendo algo que defender.
«Se ha asociado el intelectual a ser serio por lo que reírse es banal»
P.- ¿Por qué crees que todavía existe tanto prejuicio y la risa se sigue enfocando a la diversión y la evasión y no tanto a sus virtudes como terapia para mejorar la mente y los estados de ánimo?
R.- A nivel cultural venimos de un país muy religioso. En general y no solo en España la Iglesia se ocupó bastante en la época medieval de reprimir la risa. En el libro El nombre de la rosa se refleja muy bien, se puede ver claramente como estaba la regla de medicina que decía directamente que no se podía reír. El poder, ya no solo la Iglesia, sabe que cuando se ríe mucho la gente se une. En modo sistema nervioso parasimpático: hay confianza, entrega… Y eso a veces no interesa mucho.
Y también está el hecho de valorar mucho la intelectualidad. Se ha asociado el intelectual a ser serio por lo que reírse es banal. En una ciudad como París, por ejemplo, todavía hay que tener razones bastante intelectuales para reírte cuando es al revés. Para reírte no hay que tener razones, la risa no es razonable. La risa es entrega, conexión, no pasa por la razón. El humor sí, cuando hay un humor más elaborado, pero la risa de las cosquillas, la sonrisa de estar vivo… eso no es razonable.
«El humor relativiza y cuando no lo tienes tú te lo da el otro y esto es lo importante»
P.- ¿Vivir con humor nos ayuda a sobrellevar los problemas de otra manera? ¿Cómo podemos recurrir a él cuando las cosas se nos tuercen mucho?
R.- Yo siempre digo: imagínate estar en un bote, cuando el barco se ha hundido, pasándolas canutas. ¿Qué prefieres? ¿Alguien al lado que esté compungido o alguien que esté haciendo humor? Que ojo, esto no quiere decir que no se esté ocupando de lo que pasa. Cuando tienes miedo a volar y te encuentras un piloto amable, que se ríe y está de broma te cambia todo. Y lo mismo en el hospital, te viene un enfermero con humor y te cambia todo. El humor relativiza y cuando no lo tienes tú te lo da el otro y esto es lo importante. Por eso los payasos entran en los hospitales, proyectos como Pallapupas en oncología infantil por ejemplo.
La risa lo cambia todo, te relativiza desde el cuerpo y desde la mente. Es maravilloso su poder pero hay que darle la importancia que se merece. Si piensas que es de tontos, si lo ponemos en la sombra… no sirve de nada. Es lo que se denomina sombra blanca, gente que tiene cosas positivas metidas atrás. Hay personas que no se permiten reír o que critican cuando alguien se ríe en exceso porque ellas mismas no se lo permiten, porque le han hecho ver por su educación que eso es de tontos, que no es serio, que eso no es lo que toca…