Redacción, 11-10-2021.- Se acaba de celebrar el Día Mundial de la Salud Mental. En España, más de dos millones de personas sufren depresión y 800.000 padecen Alzheimer.
Tal y como recoge el Consejo de Dentistas, la relación entre la salud oral y la mental es a menudo olvidada y, sin embargo, son varias las asociaciones que existen entre ellas.
Estudios y revisiones sistemáticas recientes encuentran una conexión entre las enfermedades periodontales y el Alzheimer, siendo la hipótesis más analizada la de un posible efecto de los anticuerpos generados frente a determinadas bacterias periodontales (como la Porfiromona gingivalis).
Igualmente, está demostrada la asociación inversa, es decir, el efecto que sobre la salud oral puede tener una salud mental deteriorada, como la depresión, que puede llegar a tener un gran impacto en el empeoramiento de la salud oral.
Son varias las razones que explican por qué los pacientes con depresión pueden ver comprometida su salud oral:
– En la depresión suele existir un descuido por la higiene en general, incluyendo la higiene bucodental.
– También es frecuente que se abandone la dieta sana para sustituirla por una dieta en la que predominan los “alimentos basura”.
– Muchos de los fármacos antidepresivos producen como efecto secundario una disminución en la producción de saliva e incluso una xerostomía, ambas situaciones son consideradas de riesgo para el desarrollo de patologías orales (caries y enfermedad periodontal).
– Otra de las causas es el abandono del cuidado dental en estos pacientes, que suelen dejar de acudir al dentista para sus revisiones periódicas. Además, los pacientes depresivos suelen tener un aumento sanguíneo de cortisol, el cual incrementa el riesgo de enfermedad periodontal.
– La depresión puede originar desórdenes en la articulación temporomandibular debido al aumento de ansiedad, provocando dolor, chasquidos e incluso limitación de movimientos en la mandíbula.
– Por último, los pacientes depresivos ven incrementado su riesgo de adoptar hábitos nocivos, como fumar o un mayor consumo de alcohol o de drogas, todos ellos asociados a la salud oral.