Redacción, 02-04-2022.- Actualmente, la mayoría de los casos de infertilidad femenina son a causa de la elección de la mujer de ser madre a una edad avanzada, en la que está constatado que es habitual una baja reserva ovárica y mala calidad de los óvulos, lo que implica graves problemas de fertilidad. Esto conlleva la necesidad de recurrir a la reproducción asistida, ya que un embarazo natural a partir de los 40 años es algo muy poco frecuente. Pero, y a pesar de los avanzados tratamientos que hoy ofrece la medicina reproductiva, en la mayoría de estos casos, ante la imposibilidad de conseguir óvulos de calidad, se ha de recurrir a una aceptación de gametos donados, algo muy traumático y doloroso a lo que se tienen que enfrentar estas pacientes, ya que implica renunciar a su carga genética, por lo que uno de los mayores retos que tiene esta rama de la medicina es conseguir que estas mujeres consigan su sueño de ser madres con su propios genes.
Tal y como recoge La Razón, especialistas de todo el mundo llevan décadas investigando la forma de solucionar esta causa de infertilidad sin tener que recurrir a la donación de óvulos. Una de las propuestas más audaces, innovadoras y con una gran base científica es la de la creación de óvulos «artificiales» a partir de células somáticas.
Un equipo europeo formado por los doctores Jan Tesarik, Carmen Mendoza y Raquel Mendoza Tesarik, publicó el pasado año un trabajo que marca las líneas maestras de investigación para desarrollar un método seguro y eficaz para la creación de óvulos artificiales con la información genética de la madre.
«La formación de óvulos a partir de células somáticas podría resolver problemas como una baja reserva ovárica, o el deterioro de fecundidad provocado por anomalías cromosómicas de los óvulos relacionadas con la edad, y, por supuesto, la menopausia precoz», declaran.
Hay dos líneas claves en este proceso: la haploidización y reprogramación del ADN derivado de las citadas células. La primera es la reducción del material genético de las células somáticas (diploides) a la mitad, una condición indispensable para poder actuar como los óvulos (células haploides). La segunda es la reprogramación de las células somáticas, especializadas para ejercer una función concreta en el órgano del que fueron obtenidas, con el fin de regresar atrás, hasta el punto de origen desde el que podrán transformarse en células funcionales de cualquier órgano del cuerpo humano.
Muchos investigadores consideran que la haploidización parte de un argumento erróneo y es totalmente insostenible, pero la doctora Mendoza y su marido, el ginecólogo y científico francés Jan Tesarik, demostraron hace años que la haploidización es científicamente posible tras fecundar dos embriones sin utilizar los óvulos de las madres en el proceso. La fecundación se realizó a partir de una célula somática femenina, extraída, en ese caso, del líquido folicular del ovario. Aunque el método podría aplicarse también a pacientes sin ovarios, para lo cual podrían utilizarse linfocitos u otras células.