Redacción, 29-11-2021.- La obesidad no es solamente un problema estético, sino también de salud personal y pública. Su prevalencia ha aumentado, duplicándose en más de 70 países en los últimos 40 años, especialmente en la población infantil. La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha declarado la obesidad como epidemia mundial.
Las causas de la obesidad son múltiples; implican factores genéticos, de estilo de vida y también psicológicos. Pero los factores ambientales constituyen la causa principal de la actual epidemia de obesidad y la experiencia demuestra que no son fáciles de modificar.
Tal y como recoge Quirónsalud, de acuerdo al jefe de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional, doctor Gonzalo Martín Peña, estos factores ambientales se resumen en una disminución de la actividad física, especialmente en niños, y una dieta inadecuada debido al cambio en el estilo de vida y al abaratamiento y abundancia de alimentos hábilmente diseñados por la industria alimentaria para mejorar su apariencia y características organolépticas, algunos light y otros que no lo son tanto».
El tratamiento clásico de la obesidad se ha basado en dieta y ejercicio, «pero se ha demostrado poco eficaz, no solo por la dificultad para modificar los hábitos sino también porque el cuerpo humano regula el peso corporal de formas que todavía no conocemos suficientemente bien», afirma el doctor Martín Peña.
Para este experto, no todas las personas podrían llegar a ser obesos mórbidos y para muchas personas delgadas es más difícil ganar peso que para muchos obesos adelgazar.
Las dificultades para tratar la obesidad han llevado a las compañías farmacéuticas a producir fármacos para disminuir el apetito y facilitar el adelgazamiento. Desde 1935 en que se utilizó por primera vez el Dinitrofenol, prohibido tres años después por su toxicidad, o las hormonas tiroideas que adelgazaban a costa de producir otra enfermedad: el hipertiroidismo. Otros fármacos como la Lorcaserina además de tener un efecto modesto para la reducción de peso ha sido retirado por aumentar la frecuencia de algunos tipos de cáncer.
«En la actualidad, ya disponemos de algunos fármacos muy eficaces y con pocos efectos secundarios y se espera la aprobación de otros en pocos meses», subraya el doctor.
Curiosamente estos nuevos fármacos, conocidos como GLP o análogos-GLP se desarrollaron inicialmente para el tratamiento de la diabetes tipo 2 o diabetes del adulto, «área en la que hay una larga experiencia sobre su seguridad y beneficios, uno de los cuales era la pérdida de peso que experimentaban los pacientes tratados con GLP.», explica Martín Peña.
En estos años se ha podido comprobar que estos medicamentos, lejos de aumentar el riesgo cardiovascular en los pacientes con diabetes, lo disminuyen considerablemente y también la mortalidad total.