Redacción, 21-05-2022.- Ansiedad, depresión, alteración del humor, pérdida neuronal, variación de la presión arterial que puede conducir a problemas cardiovasculares y pulmonares son algunas de las secuelas que el consumo de drogas puede ocasionar. Desde el punto de vista neurocognitivo, produce «deterioro cognitivo, con las consecuentes dificultades en la socialización y la memoria. Disminuye la inhibición a las respuestas automáticas y empeora la capacidad de pensamiento lógico y secuencial», con riesgo de «hemorragia cerebral e infarto cerebral isquémico», explica la doctora Ana Laura Fernández Perrone, neuropediatra del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, también en Madrid.
La mayoría desconoce el riesgo y las repercusiones que el abuso de sustancias puede tener para su vida. De hecho, el 10% de los jóvenes que toman drogas sufre alguna secuela directa o indirecta
Tal y como La Razón, pese a los riesgos, el consumo de drogas entre los adolescentes no cesa, en gran parte porque la mayoría de ellos comienza a probarlas sin conocer las posibles consecuencias. De hecho, no ven el riesgo de esta conducta que puede acabar convirtiéndose en una adicción. «El consumo de drogas se incrementa a medida que va aumentando la edad. Entre los 11-13 años no supera el 2%, por lo que podríamos hablar de un consumo experimental; entre los 15-16 años es de un 34%, un consumo ocasional, y entre los 17-18 años el 66% de los jóvenes consume drogas, siendo además frecuente», detalla la neuropediatra.
«Impresiona la poca percepción real de riesgo que tienen los jóvenes de las sustancias que toman, sobre todo del alcohol y el cannabis. Desprecian el riesgo del consumo ocasional de otros tipos de drogas: pastillas, ácidos, cocaína… asumiendo los peligros que estos entrañan a favor de los falsos ‘’beneficios’’ que creen obtener», explica la doctora.
«Además –prosigue–, tienen una falsa idea de control, al limitar el consumo a los fines de semana y momentos de ocio, convencidos equívocamente de que ese consumo no genera dependencia y los riesgos son bajos».