Redacción, 12-03-2022.- El glaucoma, primera causa de ceguera irreversible en el mundo, es una enfermedad que, en España, padece medio millón de personas, es decir, un 3% de la población.
Aunque lo habitual es que esta patología ocular aparezca en pacientes de más de 40 años, hay diferentes causas que pueden hacer que las personas más jóvenes desarrollen glaucoma como el congénito, el juvenil, el glaucoma inducido por esteroides, el glaucoma traumático, el glaucoma pigmentario y el inflamatorio, afirma el Dr. Pedro Pablo Rodríguez Calvo, responsable de la Unidad de Glaucoma del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega (IOFV).
Conocida como una enfermedad que afecta al nervio óptico, responsable de aportar información al cerebro, el glaucoma puede llegar a producir la pérdida total de la visión si no se trata a tiempo, puesto que en sus fases iniciales no presenta síntomas; es una patología silenciosa.
Tal y como recoge el IOFV,hasta que no hay una pérdida repentina de la visión, fuertes dolores en el ojo o en la frente, enrojecimiento ocular, náuseas y vómitos o visión de arcoíris, el paciente no asume que algo va mal y acude al oftalmólogo.
Por eso, el Dr. Rodríguez Calvo insiste en la importancia de acudir a revisiones oftalmológicas periódicas, tanto al paciente que tiene antecedentes familiares con glaucoma, como también a jóvenes miopes para revisarles el fondo de ojo y comprobar que su salud ocular es la adecuada, puesto que un ojo miope por encima de lo normal puede tener predisposición a desarrollar otras alteraciones visuales como: desprendimiento de retina, maculopatías miópicas, alteraciones del nervio óptico o glaucoma…
Las personas menores de 20 años pueden desarrollar glaucoma, concretamente de dos tipos: congénito y juvenil.
El glaucoma congénito se suele identificar por una tríada clásica en el primer año de vida que, en un 80% de los casos, incluye epífora, blefaroespasmo y fotofobia. Los bebés afectados suelen presentar lagrimeo y ojos enrojecidos, opacidad corneal y agrandamiento ocular ocasionado por el estiramiento del ojo inmaduro debido a la elevada presión intraocular.