Pregunta- ¿Por qué es importante acercar la inmunología al público general?
Respuesta- El sistema inmunitario ha sido el gran olvidado porque es una especialidad nueva. Mostrar al público qué es, para qué sirve, que no sólo es un sistema de defensa, sino que hace vigilancia de tumores, media en el rechazo de los trasplantes, detecta cuándo hay señales de peligro… La sociedad está ávida de este conocimiento: cómo se hacen las vacunas, qué es la memoria inmunitaria, etc.
P- SARS-CoV-2 nos ha mostrado que las personas más vulnerables son los mayores. ¿Es la edad un factor que debilita las defensas?
R- El sistema inmunitario se deteriora con la edad, está muy descrito. A partir de los 65 años, comienza a debilitarse. Hay células que no funcionan adecuadamente, por lo que aunque sus defensas intentan responder, la respuesta no es la esperada. A veces, se desata una respuesta inflamatoria muy potente, una de las razones del distrés respiratorio que se produce en los pacientes que están muy graves, hospitalizados y que incluso puede llevarles a la muerte.
P- Cada sistema inmune es único, en función de diversas circunstancias externas y propias de cada individuo (genética, sexo, edad, memoria inmune…). ¿Cómo podríamos mantenerlo lo más sano posible?
R- Mediante una nutrición adecuada y variada, ejercicio moderado (ni en exceso ni el sedentarismo, porque ambos perjudican el sistema inmunitario), evitar el estrés (se libera cortisol, que suprime el sistema inmunitario), las drogas, el alcohol y el tabaco; dormir las horas adecuadas de sueño y cumplir con una correcta vacunación. Si mantienes un organismo sano, tu sistema inmunitario va a estar sano.
P- Los anticuerpos han alcanzado gran protagonismo estos meses. Su presencia indica la capacidad del individuo a la hora de luchar contra Covid-19. Sin embargo, existen los linfocitos T, otro tipo de inmunidad que también ejerce protección. ¿Cuál es su papel realmente?
R- La inmunidad se puede dividir en dos etapas. La innata, que se refiere a unos centinelas que ya están preparados en el ‘castillo’, esperando a que llegue un patógeno para eliminarlo. En ocasiones, esta inmunidad no es suficiente y hay que llamar a los ‘francotiradores’, que son células más específicas: los linfocitos T y los linfocitos B. Los primeros ayudan a la respuesta celular y los B producen anticuerpos. Hasta ahora, en la respuesta frente al SARS nos hemos centrado en mirar los anticuerpos porque es lo más sencillo de estudiar, no porque sean los más importantes. Los inmunólogos siempre decimos que la inmunidad es mucho más que los anticuerpos. De hecho, varios trabajos y artículos científicos demuestran que la vacuna no sólo induce anticuerpos sino también células de memoria T y B.
P- ¿Significa esto que aunque no haya presencia de anticuerpos en una persona que ha superado la infección, podría seguir contando con la protección de los linfocitos T y B?
R- Efectivamente, aunque los anticuerpos vayan desapareciendo hay otra inmunidad más allá que nos puede seguir protegiendo. En el caso del SARS-CoV-1, 17 años después, se han encontrado células de memoria en pacientes que sufrieron la infección. Aparte, también hay células plasmáticas de larga vida que van a producir anticuerpos durante mucho tiempo.
P-Sin embargo, no parece suficiente y de hecho se habla de la tercera dosis para seguir reforzando el sistema inmunitario. ¿Es necesario?
R- No es que se pierda la memoria inmunitaria. Las personas que desarrollaron una buena respuesta inmunitaria y que tienen memoria pueden estar protegidas, aunque necesitamos esperar más tiempo para saber si verdaderamente esa memoria se pierde o no y cuándo.
Mientras tanto, las vacunas tienen un papel primordial, protegen de la muerte y de la enfermedad, no de los contagios (es necesario aclararlo). Teniendo en cuenta que para un 10%-15% de la población, la vacuna no va a ser eficaz, si entre ellos hay personas vulnerables, una tercera dosis puede tener sentido, pero no de forma generalizada, sino pautada. Las personas inmunodeficientes, las que están en tratamiento inmunosupresor porque han recibido un trasplante o quimioterapia, por ejemplo.
P-¿Tendría más sentido hablar de un tercer inyectable adaptado a una variante concreta, como podría ser delta?
R- Por una parte, creo que la OMS debería tener un papel de muchísimo más liderazgo y que tendría que haber centralizado la distribución de las vacunas para llegar a la población vulnerable (mayores de 65 años) a nivel mundial. Lo que creo es que se tendría que haber hecho una campaña de vacunación mundial para las personas vulnerables. Aparte de esto, creo que si lo que se está planteando es que la variante delta es la que se está escapando, a lo mejor no tenemos que hablar de una tercera dosis sino de una nueva vacuna, que incluya la variante delta o incluso otras nuevas. Todo hay que analizarlo.
P-¿Cuál sería la vacuna perfecta?
R- Depende de a quién le preguntes. Desde el punto de vista inmunológico, sería una vacuna que ofreciera una protección duradera, si es de por vida, mejor. Si preguntamos al paciente, que no se necesitara inyectar y que integrara muchos patógenos. Desde el punto de vista de los gobiernos, interesa que sea barata, de fácil distribución y que las empresas lo puedan producir con facilidad. Desde el punto de vista global, que sea capaz de erradicar una enfermedad. La vacuna perfecta debería integrar estas cuatro premisas.
P- Las vacunas basadas en ARN mensajero han supuesto un hito histórico, no sólo por la rapidez, ¿verdad?
R- Por primera vez, se ha comercializado una vacuna basada en ARNm y además, representa una difusión del campo de la nanotecnología de forma masiva como nunca antes se había hecho. Realmente, es un salto tecnológico y también desde el punto de vista logístico. Llevar vacunas que tienen que estar a -70 grados ha sido un reto muy importante.
P- La recomendación de los inyectables contra el SARS-CoV-2 para menores de 12 años está en estudio. ¿Qué novedades va habiendo al respecto?
R- Se están haciendo ensayos clínicos en niños menores. En este caso, hay un tema que hay que tener en cuenta. Cuando se pone un fármaco o una vacuna, hay que valorar los riesgos y los beneficios. Si decimos que el inyectable no evita los contagios pero protege de la enfermedad y las secuelas, en el caso de los niños pequeños, que no desarrollan prácticamente enfermedad y si lo hacen es de forma muy leve, se plantean algunas dudas. Hay que esperar a los ensayos a ver qué muestran a nivel de seguridad y protección, pero yo no tengo muy claro que los menores de 12 años deban, por ahora, vacunarse.
P-¿Crees que la vacuna contra Covid-19 se convertirá en anual como la de la gripe?
R- Hay que verlo. El virus de la gripe muta mucho más que el coronavirus. De hecho, lo que aparecen son cepas nuevas, que a veces recombinan, cambian y se mezclan (virus de distinto origen: aviar, porcino, humano…). Son virus que cambian muchísimo. Esto no está ocurriendo ahora. Lo que estamos viendo con el SAR-CoV-2 son pequeñas modificaciones que no suponen un cambio funcional tan grande como lo haría una cepa diferente.
Según los estudios realizados hasta la fecha, el nivel de protección de las vacunas incluso ante las nuevas variantes que han ido surgiendo es muy alto. Sé que las empresas están trabajando en desarrollar nuevas vacunas, como la española Hipra.
P- ¿Deberían preocuparnos las reinfecciones de las personas ya vacunadas?
R- Si tienes memoria inmunitaria, pasaste la infección o te vacunaron, estás protegido frente a la enfermedad, pero puedes reinfectarte, claro. Sin embargo, no vas a desarrollar una enfermedad grave. La vacuna se ha diseñado para que te proteja de la enfermedad grave, no de los contagios. ¿Qué está pasando? La vacuna protege un 82%, es decir, habrá un 18% de las personas para las cuales la vacuna no es eficaz. Esta estadística es aplicable a los mayores vulnerables. Si no hubiera virus circulante, no se reinfectarían, pero si aparece una variante muy contagiosa -como la delta-, esas personas para las que la inmunidad no fue adecuada, se pueden reinfectar e incluso ser hospitalizadas. Es lógico y esperable. Lo cierto es que a nivel de mortalidad, no tiene nada que ver con la primera ola, y eso que esta variante es mucho más contagiosa, por lo tanto, se puede decir que estas vacunas son muy eficaces. Hubiera muerto muchísima gente con esta variante si no estuviéramos vacunados. Esto es lo que hay que transmitir.
P- Covid-19 nos recuerda que no estamos a salvo de nuevas pandemias. ¿Cómo deberíamos actuar?
R- Sabemos que las pandemias van a seguir llegando y de hecho, ya llevamos cinco en el siglo XXI (la gripe de 2009, el SARS1, el MERS, el sida y ahora el SARS-CoV-2). Llegarán nuevas pandemias seguro, porque el mundo está globalizado, la gente se mueve, hay turismo, ocio, también ha habido cambios en los hábitat de los animales… Estábamos más habituados a la gripe y en los últimos años, estamos viendo que los coronavirus están al acecho y que hay reservorios de coronavirus, sobre todo en murciélagos, que nos podrían plantear problemas en el futuro.
P- ¿Cómo afrontarlo?
R- Desde la Sociedad Española de Inmunología, lo que hemos reivindicado es que se necesitaría un centro nacional de inmunología. Se necesitan grupos multidisciplinares para abordar estos temas y lo estamos viendo con esta pandemia. Necesitamos trabajo conjunto para las estadísticas, nuevas tecnologías, para intentar predecir nuevas mutaciones que pudieran venir, hacer estudios, que en España pudiéramos diseñar nuestros propios test, diseñar nuestros ensayos… Creo que es necesario y urgente poner ese centro en marcha.
P- ¿Hay respuesta por parte de las autoridades?
R- Ha habido contactos con el Ministerio. Esperemos que, viendo lo que ha pasado, entiendan que es una necesidad y concluyan que la inmunología es necesaria, importante y que cuanto más conozcamos del sistema inmunitario, mejor preparados estaremos para lo que nos pueda llegar.