Redacción, 29-05-2022.-“La comida no debe utilizarse como un calmante emocional”. Esta es la conclusión de los especialistas en Salud Mental de los hospitales del grupo sanitario Ribera, que alertan del aumento de lo que se ha denominado “hambre emocional” entre pacientes que recurren a la comida para esconder problemas y miedos o para llenar de manera ficticia un vacío anímico.
“Se entiende por hambre emocional a la alimentación desordenada que aparece ante situaciones que son estresantes, de tristeza, soledad, ansiedad o aburrimiento”, explica Marisa Escribano, psicóloga de la Unidad de Salud Mental del Hospital del Vinalopó, que pone un ejemplo muy gráfico: “Paquetes de galletas que van a parar a la boca, sin sensación real de hambre”.
Tal y como recoge Ribera Salud, para Javier Carreño, psiquiatra del hospital Ribera Povisa (Vigo), el hambre emocional “es un término nuevo que responde a síntomas antiguos, como la ansiedad y el correlato biológico del afecto de la angustia, capaz de generar gran parte de los problemas de salud mental”. El doctor Carreño añade que “esta situación entre el pánico y la incertidumbre, que es la angustia, nos lleva a buscar soluciones, y una de ellas es comer para llenar ese vacío”. Y no hacerlo de un modo sosegado, respondiendo a un instinto fisiológico, sino que “el paciente come rápido y mucho, porque su objetivo es saciarse para conseguir un apaciguamiento que normalmente suele ser breve”, explica.
Nuria Lázaro, especialista en Salud Mental y coordinadora del Programa de TCA del Hospital de Torrejón, considera que la educación recibida tiene una relación “muy estrecha” con el deseo de “regularse emocionalmente con la comida”. “En muchas ocasiones se usa como castigo o premio y en nuestra cultura, la comida está presente de forma constante junto a las emociones: celebramos con comida y acompañamos situaciones de tristeza o pérdida con comida”, añade.