Redacción, 21-01-2024.-
“La relación entre la obesidad y las emociones es compleja y multifactorial”, afirma la psicóloga Clara Almazán, ponente en el XIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).
En el congreso se prestó una atención especial al vínculo emocional que está en el origen, desarrollo y mantenimiento de una enfermedad como la obesidad.
Tal y como recoge la SEEDO, está comprobado que las emociones pueden influir en los hábitos alimentarios; y, en concreto, es habitual que algunas personas recurran a la comida como un medio para gestionar el estrés, la ansiedad y algunas emociones (como la tristeza o la soledad).
Esta dinámica, como apunta la psicóloga del ITA Salud Mental de Barcelona, “puede contribuir a un aumento de peso, que, a su vez, en una sociedad que promueve el ideal delgado, puede tener repercusiones negativas en el bienestar emocional de la persona”.
En particular, “el estigma que sufren muchas personas con obesidad es un factor estresante importante que conduce, entre otros efectos, al malestar emocional”.