Redacción, 15-07-2022.– Tener los pies planos es un trastorno que sufren muchas más personas de las que creerías y que, por paradójico que resulte, también padecen otros tantos que no tienen ni idea de que conviven con este problema. Por esto es conveniente saber qué ejercicios que debes tener si tienes los pies planos.
Tal y como recoge OK Diario, dicho esto, sabemos que algunas personas realmente la pasan mal con este problema y para ellos tenemos algunos ejercicios caseros que pensamos que podrían serle de enorme utilidad, como herramientas para combatir el dolor o bien para prevenirlo antes de que aparezca.
Cualquiera de esas actividades, que puedes llevar a cabo por sí solas o mejor aún combinándolas entre varias para maximizar su provecho, son esenciales para los pacientes con pies planos, impidiendo que esa falta de un arco pronunciado repercuta en ligamentos y músculos, tanto a corto como a largo plazo.
Ejercicios que debes tener si tienes los pies planos
Estiramiento de talón
Si te colocas de pie, adelantando una pierna, apoyándote sobre una pared o una silla, podrás estirar tus talones contra el suelo al flexionar las rodillas hacia adelante, como empujando ese sostén. Debes mantener esa posición por unos 20 o 30 segundos, repitiéndola tres o cuatro veces.
Estrujamiento de toalla
Si alguna vez has visto a alguien estrujando una toalla con los pies, se debe a que tiene pie plano. Debes sentarte en una silla, con una toalla debajo de los pies, afirmando los talones en el suelo. Luego, flexiona los dedos de los pies para estrujar la toalla, y quédate en esta posición. Nuevamente, tienes que repetir la acción varias veces, con descansos.
Masaje con pelota de tenis
Puedes sentarte en una silla con ambos pies en el suelo, colocando una pelota de tenis o de tamaño similar debajo de ellos, y haciéndola rodar debajo del arco plantar durante tres minutos por pie. Dando fuerza a la pelota el masaje será aún más relajante… una vez que lo acabes.
Elevación de dedos sobre el dedo gordo
En este caso tienes que pararte, con ambos pies sobre el suelo, separándolos al mismo ancho que tienen las caderas y, desde esa postura, dejando sólo el dedo gordo apoyado, elevando los otros.