Redacción, 23-09-2024.- El suicidio es la primera causa de muerte no natural en adolescentes, es decir, no debida a enfermedad. Uno de cada cien suicidios consumados en España ocurre en un menor de edad. Así lo reflejan las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), que aumentan año tras año sin que la sociedad haya logrado todavía encontrar el modo adecuado de prevenirlo.
Tal y como recoge la AEP, la complicación de “adelantarse” al suicidio aumenta, más si cabe, en los menores, pues si bien existe una relación ampliamente descrita en la literatura entre el suicidio y los trastornos mentales, cuando se trata de menores, muchos de ellos pueden no presentarlos o, si los padecen, es probable que no hayan sido diagnosticados antes del primer intento.
“Desde la posición ‘privilegiada’ de los pediatras, que hacemos un seguimiento de los niños desde que nacen hasta la adolescencia, tenemos mucho que mejorar en la detección de casos con factores de riesgo”, apunta la doctora Paula Armero, coordinadora del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Experiencias adversas en la infancia
La conducta suicida es mucho más frecuente en adolescentes que desarrollan trastornos mentales, principalmente depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastornos de la conducta alimentaria, TDAH o trastornos del espectro autista. EL consumo de alcohol, cannabis y otros tóxicos también aumenta el riesgo.
Los expertos recomiendan explorar la posible presencia de experiencias adversas en la infancia, es decir, acontecimientos o vivencias traumáticas que hayan producido un alto impacto en sus vidas. Éstas pueden resultar de distinta índole. Las más frecuentes son:
– Maltrato físico, psicológico y/o sexual
– Vivir o frecuentar entornos violentos o negligentes
– Negligencia o abandono
– Separaciones o divorcios complicados de los padres
– Acoso escolar o ciberbullying
– Dificultades en torno a la identificación u orientación sexual, por temor a la discriminación