Redacción, 18-07-2022.-Con la llegada del verano, los cambios de color en ciertas áreas del cuerpo son muy comunes y, aunque no necesariamente suponen un problema de salud, es conveniente realizar revisiones regulares con visitas al dermatólogo que descarten cambios en ellas.
Aunque son numerosos los motivos por los que con la edad aparecen lesiones con mayor pigmentación en algunas zonas de la piel.
El más habitual es la exposición al sol prolongada y sin protección. La lesión más común es el lentigo solar, aparecen en cara, escote, brazos y dorso de manos debido a que son las zonas que suelen llevarse descubiertas.
Lo más frecuente es que se inicien entre los 40 y los 50 años, debido daño solar acumulado en las células superficiales de la piel, pero pueden aparecer a cualquier edad, sobre todo si no se toman las debidas precauciones frente a la radiación solar.
“La piel tiene memoria y cuanto menos se proteja la piel contra la radiación solar en edades tempranas, antes aparecerán estas manchas”, explica Gerardo Martin, jefe de Dermatología del Hospital Sanitas Virgen Del Mar.
Para evitarlas, lo más efectivo es una adecuada protección a la radiación ultravioleta que incluye, evitar la exposición directa al sol en horas centrales del día, uso de sombrero y ropa adecuados, además de cremas de protección solar.
Otra de las manchas frecuentes es el melasma.
Está muy relacionado con el sol y factores hormonales. En este sentido, es frecuente que las mujeres embarazadas o que tomen anticonceptivos experimenten un oscurecimiento de la piel en zonas concretas, como las mejillas, labio superior y frente la mayoría de las veces.
La solución más efectiva para los lentigos es el láser, ya que consigue mejorarlos de manera significativa, con mejoría del aspecto de la piel aportando un efecto rejuvenecedor.
No obstante, este tipo de procedimientos siempre deben ser realizados por un profesional dermatólogo que realice un correcto diagnóstico del tipo de mancha y valore el tipo de láser adecuado para cada caso ya que, de lo contrario, podría empeorar el estado de la piel, produciendo más manchas e incluso cicatrices.
El procedimiento consiste en aplicar un haz de luz muy intensa en la zona concreta de la mancha, que al ser más oscura absorbe mucha más luz que el resto de los tejidos y genera su destrucción controlada. El momento ideal para realizar este tratamiento es el otoño y el invierno. En esta época la radiación solar es menos intensa y existe menos riesgo de daño en la piel.