Redacción, 24-09-2021.- Marian Rojas Estapé es Psiquiatra. Su anterior libro, Cómo hacer que te pasen cosas buenas, fue el más vendido de no ficción en 2019. Ahora acaba de publicar Encuentra tu persona vitamina, que lleva el mismo camino.
A continuación se recoge parte de una entrevista realizada por el Mundo:
Pregunta- ¿Hay personas que curan?
Respuesta- Totalmente. Una persona no es tóxica, es tóxico el efecto que ejerce en ti, así que dejemos de etiquetarlas como tal porque hace mucho daño. En cualquier caso, todo el mundo te habla de personas así, que si tu pareja, tu jefe, tu suegra… Decidí que había que invertir el enfoque y hablar de personas vitamina como contraposición a las tóxicas. No por eso de «pon felicidad en tu vida», que es un mantra que me pone muy nerviosa, sino por avanzar en la idea de que también hay gente que tiene el poder de serenarte, tranquilizarte, sacar lo mejor de ti y bajarte los niveles de cortisol [la hormona del estrés]. A partir de ahí, empecé a investigar en el concepto de persona vitamina.
Persona vitamina es aquella que le pasa algo bueno y lo disfruta incluso más que tú
P-¿Cómo detecto a una?
R-Son las personas que no te juzgan, que te tratan bien, que te sacan una sonrisa… Persona vitamina es aquella que le pasa algo bueno y lo disfruta incluso más que tú. En todo caso, puedes ser vitamina para mí y tóxico para tu cuñado. Lo que busco en el libro es que cada uno entienda por qué sucede esto. Mi primer libro trataba de cómo gestionarte a ti mismo y éste analiza de qué depende que te relaciones de una forma u otra con las personas de tu entorno. Por qué hay personas que, da igual donde las pongas, generan tensión en el ambiente y todo funciona mal, y otras que te alegran cualquier situación. Esas que en las bodas tienes como comodín para sentar en cualquier mesa. Esas son las personas vitamina.
La escucha activa provoca un subidón de oxitocina instantáneo en el prójimo
P-¿Cuál es la mejor manera de generar oxitocina, bebés aparte?
R- Simplificando, es la hormona de los abrazos. Se produce cuando alguien te presta atención en los momentos de agobio. La escucha activa provoca un subidón de oxitocina instantáneo en el prójimo. Cuando empatizas, activas la oxitocina.
P-Antes decías que no crees en las personas tóxicas, ¿tampoco en las relaciones?
R-Es un problema de palabra y no de concepto. El lenguaje tiene un impacto directo en nuestra salud y si uno habla todo el rato de relaciones tóxicas, se lo acaba creyendo. Tus palabras crean tu realidad, tu cerebro se cree que todas esas personas son tóxicas y dispara tu cortisol en cuanto estás cerca de ellas aunque no haya motivo. ¿Hay relaciones tóxicas? Hay relaciones que nos afectan mucho y hacen mucho daño a nuestro organismo. Nos inflaman, nos alteran, nos agotan. Y eso empieza antes de estar físicamente con la otra persona. Tienes una comida con alguien que te produce esa reacción y desde por la mañana estás enfadado, hablas mal a tus hijos, pitas a los otros coches… Eso significa que tu mente, tus relaciones humanas y tu cuerpo han hecho un clic, están profundamente unidos, y mi objetivo es entender por qué sucede y cómo desarticularlo. Y llegó el punto de inflexión, la pandemia.
La incertidumbre en la pandemia nos hizo perder absolutamente el control
P-Y lo cambia todo.
R- Exacto. Hiperactivó la amígdala, que es la parte del cerebro que se encarga del miedo. La incertidumbre nos hizo perder absolutamente el control, lo que choca de pleno con la que había sido una de las grandes enfermedades del siglo XXI hasta entonces: la necesidad de controlarlo todo. La pandemia nos ha enseñado que no se puede controlar nada, ni si puedes casarte este año, ir de viaje en un mes o de cena en cinco días. En un momento de la historia donde el primer mundo vivía del control y la planificación absoluta, de golpe no sabemos nada de lo que va a pasar mañana y estamos obligados a vivir el presente. Cada día es una incógnita.
P-¿Y estamos preparados para ello?
R-Aprender a vivir en la incertidumbre es complicadísimo. Durante tres meses estuvimos en un estado de alerta generalizado sin vías de escape. En un día normal, tu cortisol tiene picos y valles, pero en un estado de alerta mantenido como aquel se genera cortisol a todas horas. Si me contagio, si mis padres, si los muertos, si el miedo… ¿Cómo se baja el cortisol? Deporte, amigos, reírte, abrazar, naturaleza… Nada que pudiéramos hacer en ese momento. No había una vía de escape durante la pandemia. Y cuando estás intoxicado de cortisol se apaga automáticamente la corteza prefrontal, que es la zona encargada de pensar y tomar decisiones. Cuando tienes miedo, te dejas llevar por la masa sin razonar y toda la sociedad desactivó a la vez la corteza prefrontal.
Nos hemos convertido en una sociedad con drogodependencia emocional: una emoción y otra y otra
P-Dices en el libro que somos una sociedad adicta a las emociones, ¿eso es positivo o negativo?
R- Es un hecho, sin más. Nos hemos convertido en una sociedad con drogodependencia emocional: una emoción y otra y otra. Eso provoca chispazos de dopamina y placer, pero a la larga genera un gran bajón y un gran vacío en tu vida. Vives a base de emociones instantáneas, quiero esto, lo compro, lo miro, lo encargo, lo tengo y ahora necesito más. Y, luego, cuando luego tienes que profundizar en un tema, no puedes, porque has descuidado el desarrollo de la corteza prefrontal que es la que se encarga de la atención, la concentración, tomar buenas decisiones y tener la fuerza de voluntad para posponer las recompensas. Es la primera vez en la historia en que los jóvenes son menos inteligentes que la generación anterior, y lo son porque su corteza prefrontal es adicta a experiencias vibrantes. Por eso les pides que lean un texto entero o que tengan una conversación profunda y no pueden.