Redacción, 27-04-2024.- Los peelings químicos son una de las mejores alternativas para actuar sobre varios factores que afean y envejecen nuestra piel, como son las manchas, la textura engrosada, la luminosidad, las marcas de acné y las arrugas superficiales finas. Aunque se puede aplicar en cualquier parte del cuerpo, el uso más frecuente del peeling químico es como tratamiento para el rostro.
Tal y como recoge la Clínica Pedro Jaén, este procedimiento habitualmente se lleva a cabo en la consulta del dermatólogo en apenas 20 minutos desde que el paciente entra y sale de ella.
No obstante, y debido al auge de la cosmética casera y el Do it yourself (DYT o hazlo tú mismo, en inglés) existe la posibilidad de imitar este tratamiento en casa con diferentes kits caseros o recetas que se encuentran por Internet.
Un peeling químico es un tratamiento estético que consiste en aplicar en el rostro una especie de mascarilla compuesta por ácidos, normalmente procedentes de las frutas, a diversas concentraciones para conseguir una exfoliación de las capas superficiales de la piel. Cuando ésta se pela (a ese concepto alude el término en inglés peeling) conseguimos que la piel se vea más limpia, luminosa, uniforme y jugosa.
La clave para que el tratamiento con peeling químico dé los resultados esperados es saber elaborar el cóctel de los ácidos que van a formar parte de la mezcla de ácidos y establecer la concentración que se va a utilizar para que el peeling sea efectivo, pero no cause secuelas adversas en la piel.
Aplicarse un tratamiento compuesto de ácidos con una concentración inadecuada o prolongar el tiempo de pose, un error bastante frecuente por pensar que así será más efectiva, multiplica el riesgo de irritar la piel en exceso e, incluso, de provocar una quemadura química. Estas agresiones pueden, a su vez, favorecer la aparición de manchas y cicatrices, tanto hundidas como elevadas.