Redacción, 30-11-2023.- No es ningún secreto que a medida que cumplimos años casi todo se va deteriorando. Y nuestro sistema inmunológico no es una excepción. Uno de los efectos de este deterioro puede ser que el sistema inmunológico esté continuamente activado, con el piloto encendido, incluso aunque no exista una infección. El resultado es que se liberan moléculas proinflamatorias todo el tiempo. La consecuencia es una paradoja: en lugar de proteger al cuerpo, que en principio es su función, esta respuesta inflamatoria permanente puede provocar daño a los tejidos y contribuir al desarrollo de enfermedades asociadas con el envejecimiento (por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, enfermedades neurodegenerativas y cáncer).
¿QUÉ FACTORES AFECTAN AL ‘INFLAMMAGING’?
Tal y como recoge El Mundo, se considera que el inflammaging está influenciado por diversos factores entre los que se encuentran el estrés oxidativo, la acumulación de células senescentes (células que han perdido su capacidad de dividirse y funcionar correctamente) y cambios en la microbiota. Y por supuesto, como seguro que alguno estará sospechando, la genética y el estilo de vida también pueden influir en la susceptibilidad al inflammaging.
¿QUÉ PAPEL JUEGA LA OBESIDAD EN ESTA HISTORIA?
Cuando se combina el proceso natural de envejecimiento con la obesidad, la inflamación crónica puede agravarse ya que, como sabemos, nuestro amigo el adipocito produce moléculas proinflamatorias. A medida que envejecemos, el sistema inmunológico puede volverse menos eficiente en el manejo de la inflamación. La presencia de obesidad puede agravar aún más esta respuesta inflamatoria. Otra pescadilla que se muerde la cola
¿EXISTE RELACIÓN ENTRE EL ENVEJECIMIENTO Y LA OBESIDAD?
Es importante aclarar que el envejecimiento en sí mismo no es la causa directa de la obesidad. Sin embargo, el envejecimiento lleva asociado una serie de factores biológicos, metabólicos, sociales y de estilo de vida que contribuyen a que muchas veces ambas condiciones vayan de la mano.
Entre estos factores tenemos:
1. Cambios en el metabolismo: Al envejecer nuestro metabolismo tiende a volverse más lento. Quemar menos calorías en reposo puede llevar a un aumento de peso.
2. Cambios hormonales: Con la edad se produce una disminución de las hormonas sexuales (estrógeno y testosterona) y un aumento de la famosa hormona del estrés: el cortisol.
3. Cambios en la masa muscular: A medida que envejecemos, es común que haya una pérdida de masa muscular conocida como sarcopenia. Y si tenemos menos músculo… el gasto energético en reposo disminuye.
4. Cambios psicosociales: Algunas personas pueden enfrentarse a cambios emocionales o psicológicos a medida que envejecen, como el estrés, la depresión o la soledad, que pueden influir en los patrones de alimentación y aumentar el riesgo de obesidad.
5. Cambios en los estilos de vida: A medida que envejecemos, puede ocurrir que algunas personas disminuyan su actividad física por razones, como problemas de salud, disminución de la movilidad o cambios en el estilo de vida. Además, ciertos factores sociales y económicos pueden influir en la elección de alimentos menos saludables.