Redacción, 11-09-2022.– El síndrome postvacacional no está considerado como una patología en sí, sino como una dificultad a la hora de adaptarse a unas rutinas tras un periodo vacacional que puede aparecer junto con una serie de síntomas molestos y que va a desaparecer tras pocos días.
Son palabras de la psicóloga del Hospital Quirónsalud Clideba, Marta Alba Redondo, quien aclara además que aunque en principio no suele hacer falta un tratamiento sí es conveniente visitar a un profesional si al cabo de un par de semanas no hemos conseguido adaptarnos o los síntomas se están agravando.
En este caso la visita al médico nos permitirá saber «si estamos hablando de alguna dificultad de adaptación a la rutina, si existe algún otro problema de fondo o si las estrategias que estamos utilizando para la adaptación no están siendo las adecuadas».
En este sentido, la experta de Quirónsalud Clideba explica que en su consulta suele verse este síndrome como una dificultad añadida en patologías ya existentes o cuando a esta dificultad de adaptación se añaden las características como insatisfacción con el trabajo, con el entorno laboral o escolar, problemas físicos o mentales que de por sí dificulten el seguimiento de normativas o responsabilidades.
«También es frecuente que haya un aumento de petición de consultas para el personal de aquellos trabajos en los que los «septiembres» están sujetos a cambios por ser comienzo de nuevos retos, nuevos destinos, nuevos servicios, nuevos alumnos. En el caso de los profesores, por ejemplo, esta situación de incertidumbre en ocasiones eleva los niveles de estrés y aunque por lo general no requiere de intervención psicológica como tal, puede ser beneficioso orientar con algunas pautas para que la adaptación se haga de forma más rápida y adecuada».
El síndrome postvacacional va a estar relacionado con las habilidades de afrontamiento con la que cuenten las personas ya que en su aparición, resolución y mantenimiento van a influir aquellas habilidades con que cuentan las personas para afrontar, tolerar, planificar, organizar, gestionar, tanto las actividades a las que se enfrenta como a sus propias sensaciones de malestar.