Redacción, 17-04-2023.- Conchi Fernández, nutricionista experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria, que acaba de publicar «Sobrevivir a mí, vivir conmigo», aborda en una entrevista con La Razón, las claves para ayudar a pacientes y familiares a entender la anorexia.
A continuación se recoge parte de la entrevista:
Pregunta- ¿Cómo definiría un Trastorno de la Conducta Alimentaria?
Respuesta- Es una enfermedad muy complicada. Precisamente la dificultad es que dentro de las enfermedades mentales es una de la que más consecuencias físicas tiene. Y lo peor de todo es que lo mental y lo físico en un TCA se retroalimentan. Una malnutrición afecta al funcionamiento del cerebro. Por un lado, si solo se trata con psicoanálisis, para descubrir la causa, no se logra cambiar la conducta. Es más, en cierto modo te sentencia a cronificar o a alargar el proceso. Si por el contrario, los médicos sólo se centran en realimentarte, se deja de lado el hecho de que un trastorno de este tipo, al final, es una respuesta desadaptativa.
«Una malnutrición afecta al funcionamiento del cerebro»
P- ¿En la Sanidad Pública no hay unidades especializadas en este tipo de problemas y con un equipo multidiscilplinar?
R- Sí que las hay, pero existe el problema de que algunas están colapsadas. Además, no todas tienen un nutricionista y, en muchas ocasiones, éste tiene que atender a todos los servicios del hospital, así que está integrado a medias en la unidad. Lo mismo pasa con los psicólogos, que suelen ser de planta.
P- Un trastorno alimentario parece difícil de detectar hasta que las consecuencias físicas no son muy evidentes ¿Cuándo hay que acudir al médico?
R-Es una de las grandes dificultades de estas enfermedades. Al principio lo que ocurre es que, por la cultura imperante en la sociedad, los primeros síntomas pueden ser incluso aplaudidos, en el sentido de que eres una persona que se cuida y tienes disciplina. Después, el entorno empieza a preocuparse, pero el paciente no puede verlo. Es una enfermedad egodistónica, es decir, que la persona la presiente como beneficiosa. Cree que lo está haciendo bien. Hasta que no siente que la situación se le ha escapado de las manos no empieza a aceptar ayuda. Es mejor que los familiares escuchen y pregunten de manera indirecta en vez de que sienta atacada y se aleje.