Redacción, 25-05-2022.- Ana María Vicedo-Cabrera dedica su carrera científica a indagar en los efectos del cambio climático sobre la salud de la población mundial. Los llamados eventos extremos son su especialidad: lluvias torrenciales, inundaciones, sequías prolongadas y, cómo no, el incremento de las temperaturas y las olas de calor como la que toca lidiar estos días en buena parte del país.
Tal y como recoge Heraldo, los trabajos que ha realizado en este campo junto al equipo que lidera en la Universidad de Berna (Suiza) le han valido un reconocimiento internacional que se ha visto plasmado recientemente con su participación en el próximo libro que publicará en otoño Greta Thunberg.
«La OMS trata el cambio climático como una de las principales amenazas para la salud pública en este siglo y, con respecto al calor»
Pregunta.- ¿Qué relevancia tienen las olas de calor en el conjunto de efectos sobre la salud que puede provocar el cambio climático?
Respuesta.- La OMS trata el cambio climático como una de las principales amenazas para la salud pública en este siglo y, con respecto al calor, está considerado como una de las principales, especialmente en los países desarrollados. Hablamos de Europa, América del Norte, entre otras zonas. Según las estimaciones que publicamos el año pasado, la tasa anual de muertes por calor es de 7 por cada 100.000 habitantes. En el caso de Europa la cifra aumenta a 20 por cada 100.000 habitantes. Es un porcentaje muy alto, que se da especialmente en la zona del Mediterráneo, donde las poblaciones son más vulnerables a los extremos de calor.
P.- ¿Por qué los datos son peores en el Mediterráneo?
R.- No se ha podido esclarecer la causa exacta de esta realidad. La vulnerabilidad vinculada al calor es algo muy específico de cada población. Es decir, dentro de los mismos países hay algunas regiones que se muestran más vulnerables que otras. Lo que sí sabemos es que existen ciertos mecanismos de adaptación que influyen como pueden ser las infraestructuras de protección de las casas, la calidad de las construcciones, la penetración del aire acondicionado en los hogares, además de hábitos y la propia estructura de la población.
«Hemos visto que la mayoría de las muertes causadas por el calor se dan por encima de los 70-75 años»
P.- ¿Con qué colectivos se ceban más las altas temperaturas?
R.- Con las personas mayores. Hemos visto que la mayoría de las muertes causadas por el calor se dan por encima de los 70-75 años. Es muy importante tener en cuenta que cuando se habla de muertes por calor no se trata solo de los casos que se han notificado en el hospital con el calor como causa. Estos últimos suelen referirse a personas que han estado muy expuestas a las altas temperaturas (por su trabajo, porque hacían ejercicio, etc.), que han sufrido una deshidratación severa y finalmente fallecen. La proporción de este tipo de casos en comparación con el total de muertes reales derivadas del calor es mínima.
P.- ¿Cómo mata el calor entonces? ¿Tenemos que reformular nuestra percepción sobre el particular?
R.- Hoy en día el calor es otro ‘silent killer’ (asesino silencioso), como sucede con la contaminación. Por detrás de la incidencia de ésta, pero con la misma forma de ser percibida por la población. Básicamente, lo que hace el calor es un efecto barrido: empeora sustancialmente el estado de salud de las personas que ya están muy frágiles porque tienen comorbilidades (problemas cardiovasculares, diabetes, dolencias respiratorios, etc.). Las altas temperaturas aceleran el proceso de deterioro de esa persona, que finalmente fallece. Pero esto no está notificado como víctima del calor, sino de otras enfermedades. Esto es un problema a nivel de comunicación porque la población está muy equivocada sobre el impacto de las olas de calor sobre la salud. Puedes decirle a una persona que su diabetes se descontrolará, pero no te va a hacer caso porque creerá que las advertencias son solo para personas que están expuestas al sol en mitad de un pico de temperaturas, no para ellos.
«Vemos picos de hospitalizaciones y de mortalidad cuando hay incrementos de calor como se ha visto con el covid»
P.- ¿A qué escala, si hablamos de importancia, se encuentra el calor?
R.- Hoy en día se puede decir que es, junto con la contaminación, uno de los principales factores de riesgo ambientales. El efecto de la contaminación se da a corto plazo (episodios puntuales) y a largo plazo (enfermedades asociadas desarrolladas con el tiempo). Pero en el caso del calor la incidencia se da en forma de olas. Vemos picos de hospitalizaciones y de mortalidad cuando hay incrementos de calor como se ha visto con el covid. Aunque el calor ocurre unos pocos días durante el año (aunque el cambio climático cambiará esto a eventos más frecuentes y más intensos), esos pocos días del verano se traducen en picos muy importantes de mortalidad y hospitalizaciones. A la larga podría suceder como con el covid, que si se producen de forma prolongada pueden llegar a saturar el sistema sanitario.
» Poco a poco estamos rompiendo los récords de temperatura, llegando a extremos nunca registrados»
P.- ¿Estamos realmente en una emergencia?
R.- El cambio climático hará que estos eventos se vuelvan cada vez más frecuentes. Pero realmente lo que está haciendo es llevarnos hacia un territorio inexplorado. Por ahora lo que vemos es que poco a poco estamos rompiendo los récords de temperatura, llegando a extremos nunca registrados. Esto supone una amenaza muy importante en la salud pública. Por ello hay una clara urgencia en la aplicación de medidas de adaptación. Esto es, una serie de intervenciones que ayuden a la población a protegerse mejor de estos eventos extremos a largo plazo. La comunidad científica intenta impulsar que los gobiernos utilicen una estrategia más ambiciosa, que no sean solo parches para solucionar solo verano a verano lo que está pasando.
P.- Cuando habla de protección, ¿en qué tipo de medidas piensa?
R.- Debe haber una estrategia clara que ayude a las poblaciones a desarrollarse de forma más sostenible y a la vez que proteja a las personas. No podemos apoyarnos solo, por ejemplo, en poner aires acondicionados en todas las casas. No es sostenible tanto por su gasto energético y sus consecuencias medioambientales, como por el coste económico, que no todo el mundo puede costearse. Lo que se está intentando es impulsar una estrategia a nivel global pero también local. Los ayuntamientos tienen que entender la vulnerabilidad de sus poblaciones, cuáles son las prioridades y cómo pueden desarrollar las ciudades en los siguientes años. Esas inversiones se tienen que hacer teniendo en cuenta que en el futuro vamos a estar expuestos a temperaturas más altas.