Redacción, 27-08-2021.- El ejercicio es la mejor medicina para las personas mayores y es prioritario integrarlo en los programas de atención a pacientes con fragilidad y en la práctica de la Medicina Geriátrica. Así lo concluye una declaración de consenso internacional liderada por Mikel Izquierdo, jefe de grupo del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), en la que participan las principales instituciones científicas de ejercicio físico y envejecimiento saludable de todo el mundo, incluyendo el National Institut of Aging de Estados Unidos.
Tal y como recoge Consalud, este documento proporciona una justificación basada en la evidencia para el uso del ejercicio y la actividad física para la promoción de la salud y la prevención y el tratamiento de enfermedades en mayores. La prescripción del ejercicio, por lo tanto, se discute en términos de modalidades y “dosis” específicas que se han estudiado en ensayos controlados aleatorios para evaluar su eficacia en atenuar los cambios fisiológicos del envejecimiento, la prevención de enfermedades y la mejora de las dolencias crónicas.
“Proponemos recomendaciones para salvar las lagunas en la literatura científica actual y optimizar el uso del ejercicio y de la actividad física tanto como medicina preventiva como agente terapéutico”
Según explica el investigador del CIBERFES Mikel Izquierdo, “proponemos recomendaciones para salvar las lagunas en la literatura científica actual y optimizar el uso del ejercicio y de la actividad física tanto como medicina preventiva como agente terapéutico”.
PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES
La práctica insuficiente de actividad física, ejercicio y el exceso de conductas sedentarias son potentes factores de riesgo de mortalidad por todas las causas y las cardiovasculares, obesidad, sarcopenia, fragilidad y falta de autonomía, entre otras, son dolencias crónicas asociadas con el envejecimiento. Izquierdo, primer firmante de esta declaración, considera que por el contrario “en presencia de ejercicio o actividad física adecuados y saludables, estos cambios en la capacidad muscular y aeróbica con la edad se atenúan sustancialmente”.
La actividad física (incluida la participación en ejercicios estructurados) influye en los factores clave del envejecimiento también en los ancianos, (incluida la inflamación crónica, la disfunción mitocondrial, la autofagia, el daño oxidativo, etc.). El ejercicio y la AF mejoran la función física y la calidad de vida, reducen la carga de enfermedades crónicas, la mortalidad general prematura, y la mortalidad por enfermedad cardiovascular, cáncer y enfermedades crónicas respiratorias. Así, los efectos beneficiosos del ejercicio son globales y actúan tanto a nivel de multisistema fisiológico como de capacidad funcional.
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO ADECUADA
Se debe incluir una prescripción de ejercicio adecuada en todas las recomendaciones de atención médica en un esfuerzo por mejorar la independencia funcional, el bienestar psicológico y la calidad de vida para todos los adultos mayores, ya sean en forma o frágiles, de cualquier edad. El asesoramiento sobre el ejercicio debe individualizarse, hacer referencia a los resultados previstos y personalizarse con respecto a la modalidad, frecuencia, duración e intensidad, incluidas soluciones de implementación práctica y sistemas de apoyo conductual para monitorear los resultados y proporcionar retroalimentación.
Por tanto, la utilidad real del ejercicio como medicina es cuádruple: por una parte se puede explotar su potencial para prevenir enfermedades para las que disponemos de tratamientos; servir como complemento de las intervenciones médico-quirúrgicas eficaces cuando existan; sustituir tratamientos peligrosos para los que el ejercicio representa una alternativa mejor y más segura; y convertirse en la corriente principal en el manejo de condiciones para las cuales no existe otro tratamiento efectivo, es decir, las afecciones más generalizadas y mórbidas de los adultos mayores a nivel mundial: sarcopenia, fragilidad, discapacidad y demencia.
A pesar de sus múltiples beneficios, el ejercicio no está completamente integrado en la práctica de la medicina geriátrica. Todavía está ausente de la formación básica de la mayoría de los geriatras y otros profesionales sanitarios