Redacción, 17-05-2024.- El verano es una época tan buena como cualquier otra para someterse a un trasplante capilar. De hecho, se trata de una intervención más factible desde ese punto de vista que otras que se llevan a cabo en en otras Unidades del Grupo Pedro Jaén.
Para muchas personas es el momento idóneo, ya que es relativamente fácil hacer coincidir la cirugía con las vacaciones estivales y es más sencillo cumplir con el posoperatorio y hacer frente a las posibles incomodidades que pueden surgir. Eso sí, hay que tener en cuenta una serie de cuestiones al respecto.
El proceso de cicatrización es fundamental a la hora de medir el éxito de una intervención quirúrgica, ya que de él depende la aparición de infecciones, que el tejido quede sin marcas, no hiperpigmente y no se convierta en un queloides (cicatriz abultada y de color claramente distinto a la zona circundante).
Hay que tener en cuenta que durante este proceso de cicatrización hay que asegurarse de que los folículos trasplantados estén bien hidratados; de lo contrario, pueden morir y caer. El calor del verano acelera la deshidratación y además provoca picores debido a la mayor sudoración.
Además, hay que evitar la exposición solar directa, sobre todo en las horas centrales del día para evitar la deshidratación de los folículos, tal y como hemos comentado, pero también para prevenir las quemaduras en el cuero cabelludo. Sufrir una quemadura en el cuero cabelludo después de un trasplante capilar no solo favorece que los folículos se pierdan, sino que dependiendo de la cicatriz que quede no se puede plantear una segunda intervención para arreglar el problema. De hecho, la recomendación es extremar las precauciones con respecto a las quemaduras durante todo el año posterior a la cirugía.