Redacción, 22-09-2024.- La aparición de manchas en la piel tras el verano es muy habitual por la prolongada exposición al sol en estos meses y, aunque no suelen conllevar una patología, requieren de un control médico en algunos casos.
Es importante acudir a consulta en caso de que se dé “un rápido crecimiento, tengan forma irregular y zonas de color negro o de coloración heterogénea, o bien sean lesiones ya preexistentes que han sufrido cambios de este tipo de forma rápida”, según explica el doctor Álvaro León, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Ribera Povisa.
Además, las personas adultas de mayor edad deberían acudir a consulta en el caso de tener lesiones cutáneas ulceradas o excrecentes (abultadas), que presenten un crecimiento rápido en semanas o meses, tal y como recoge Ribera.
“Las llamadas ‘manchas de la edad’ en áreas especialmente expuestas a la radiación solar como la cara, escote o dorso de manos deberían llamarse más bien ‘manchas del sol’, pues son consecuencia del efecto del mismo sobre nuestra piel a lo largo de los años. Los melanocitos, que son las células encargadas de producir melanina para proteger nuestra piel, incrementan su actividad como consecuencia de la exposición acumulada y generan la aparición de estos léntigos solares, que es el nombre científico de estas manchas”, aclara el especialista.
Su aparición aumenta con la edad, especialmente a partir de los 50-60 años y no son peligrosos en sí mismos de inicio. Tampoco están asociados a ninguna enfermedad, sino que son signos del fotoenvejecimiento de la piel, por lo que no necesitan de ningún tratamiento, excepto por motivos estéticos.