Redacción, 22-12-2021.- La dificultad para hacer que los alimentos lleguen desde la boca al estómago se conoce como disfagia. Es un síntoma relacionado con muchas otras enfermedades y puede causar a su vez otras dolencias, como neumonías, como explica Rubén Arroyo, logopeda en la Unidad de Disfagia del Hospital Ramón y Cajal y miembro del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM).
Tal y como recoge 20 minutos, es un síntoma muy habitual en enfermedades cerebrovasculares -como ictus- o neurodegenerativas -como el Parkinson o el Alzheimer-, y, desde diferentes ámbitos se aborda su tratamiento y prevención. Para Arroyo, la concienciación en este ámbito es importante ya que, en muchas ocasiones, «los familiares saben que algo pasa pero no saben que tiene un nombre como tal o a qué especialista dirigirse».
Aparte de infecciones, si no se trata adecuadamente puede provocar desnutrición y deshidratación. «Es una serpiente que se muerde la cola: si no como lo suficiente, no tengo fuerza suficiente y se va a agravar todavía más la dificultad para tragar«, resalta Arroyo.
Pregunta- ¿Cómo definiría la disfagia?
Respuesta- Es un síntoma que se define en tres palabras: dificultad para tragar. Es el problema que existe para tragar de forma segura y eficaz llevando la comida desde la boca hasta el estómago. En ese tránsito, si quedan restos en la faringe, por ejemplo, o se va algún líquido al pulmón, puede derivar en una infección respiratoria o puede llevar a una neumonía. Incluso a la muerte.
P- ¿Qué tipos de disfagia hay?
R- Diferenciamos dos tipos: la disfagia orofaríngea y la disfagia esofágica. A nivel logopédico, podemos abordar la primera. El 80% de las mismas es de este tipo. En la esofágica, el abordaje ya sería de tipo médico-rehabilitador. Desde la logopedia se hace modificando el volumen de los líquidos, modificando la textura de los alimentos, proponiendo diferentes posturas con nuestro cuerpo y con la cabeza para desviar la comida a la parte que esté más fuerte,… Y luego ejercicios rehabilitadores que ayudan a reforzar la musculatura y a mejorar la sensibilidad si esta ha sido comprometida.
En un ictus tendríamos que dar unas pautas iniciales para que el paciente trague la comida y beba seguro. Luego ya, vendría a tratamiento.
P- ¿Qué tipo de enfermedades causan disfagia?
R- Podemos tener disfagia a raíz de un ictus, por ejemplo. En la fase aguda, la inicial, en el 80% ocurre disfagia. Sí es verdad que a los 14 días , más o menos, disminuye a un 10%. En un ictus tendríamos que dar unas pautas iniciales para que el paciente trague la comida y beba seguro. Luego ya, vendría a tratamiento. También habrá pacientes oncológicos a los que se les ha quitado parte de la lengua o la lengua entera, parte de la mandíbula, parte del paladar,… Otras enfermedades son las neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer. También, por la propia edad, las personas mayores pierden visión y pierden audición, pues también pueden tener afectada la fuerza de los músculos para tragar. Incluso también encontramos disfagia en bebés.
La Covid no produce disfagia, pero sí que hay pacientes que han estado intubados más de 48 horas y, a raíz de ello, la sensibilidad se ve afectada.
P- ¿Qué relación hay entre disfagia y Covid?
R- La Covid no produce disfagia, pero sí que hay pacientes que han estado intubados más de 48 horas y, a raíz de ello, la sensibilidad se ve afectada. La fuerza de esos músculos, al no haber estado utilizándose, disminuye. Incluso si un paciente ha necesitado ser traqueostomizado, al interrumpir el flujo del aire hacia la vía área superior, también se puede sufrir disfagia y ser candidato a ser rehabilitado.
P- ¿Qué otras consecuencias puede conllevar la disfagia?
R- Hay dos objetivos clave a la hora de tratar la disfagia. Por un lado sería la eficacia y por otro, la seguridad. En cuanto a eficacia, nos referimos a que no haya desnutrición y a que no exista deshidratación. Estos pacientes, al tener dificultad para tragar agua, por ejemplo, empiezan a ingerir menos cantidad de la que deberían. O si les supone un gran esfuerzo extra tragar, lo mismo, comen menos. Esto a la larga va afectando. Es una serpiente que se muerde la cola: si no como lo suficiente, no tengo fuerza suficiente y se va a agravar todavía más la dificultad para tragar.
El otro objetivo, el de seguridad, se refiere a que, cuando la comida pasa desde la boca al estómago, no se vaya nada a la vía aérea. Aquí pueden ocurrir dos cosas: una penetración o una aspiración. Si el líquido o el alimento queda por encima de las cuerdas vocales, hablamos de una penetración. Mediante la tos lo podríamos expulsar e iría hacia el estómago y no tendría por qué pasar a la vía aérea. Pero cuando el alimento pasa las cuerdas vocales es lo que llamamos una aspiración. Llega al pulmón y puede llevar a una infección. Y la infección, a la neumonía.
Espero que poco a poco concienciemos de que la disfagia existe
P- ¿Cómo se puede detectar y prevenir la disfagia?
R- Las personas con disfagia suelen toser -sobre todo con los líquidos-, suelen tener dolor al comer, tardan en comer más tiempo de lo normal, se les quedan atascadas las pastillas, les puede cambiar la voz con el agua,… Sobre todo, esos serían algunos de los signos con los que tenemos que estar alerta. Es un síntoma con el que muchas veces los familiares saben que algo pasa pero no saben que tiene un nombre como tal o a qué especialista dirigirse. Espero que poco a poco concienciemos de que la disfagia existe y, al igual, que nos ponemos unas gafas para ver mejor o audífonos para escuchar mejor, pues hay que proponer ciertas rehabilitaciones cuando se perciba este problema.