Redacción, 1-12-2023.- El Premio Nobel de Medicina desvela el alcance de sus descubrimientos sobre los mecanismos moleculares que regula el reloj interno y las incógnitas sobre su impacto en la salud. Todo comenzó con el descubrimiento en la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) de un gen (period) que codifica una proteína (PER) que se acumula durante la noche y se degrada durante el día.
Tal y como recoge El Mundo, continuó con el hallazgo de un segundo gen reloj, timeless, y culminó con la descripción completa de los mecanismos moleculares que controlan los ritmos circadianos que permiten la adaptación de los seres vivos a su entorno.
Se trata del denominado reloj interno con el que las plantas y los animales -incluidos los humanos- sincronizan su ritmo biológico con la rotación de la Tierra. Los científicos que desentrañaron esta maquinaria circadiana Michael Rosbash, Jeffrey Hall y Michael Young recibieron el Premio Nobel de Medicina en 2017.
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El entorno en el que se desenvuelven los seres humanos está experimentando transformaciones profundas debido al cambio climático. Rosbash, que acaba de visitar España en el marco de la iniciativa mundial Nobel Prize Inspiration Initiative y de la mano de la Fundación AstraZeneca, ha comentado en una entrevista concedida a Diario Médico que es muy posible que esos cambios ejerzan alguna influencia. Sin embargo, apunta, «los ritmos circadianos son bastante invariables o insensibles a la temperatura; están constituidos de otra manera».
De ahí que, «paradójicamente, podrían ser la pieza fisiológica menos afectada por el cambio climático». Las oscilaciones entre la luminosidad y la oscuridad sí que influyen en el reloj interno, pero hay que tener en cuenta que la luz «no va a cambiar demasiado por el cambio climático».