Fumar, tener colesterol elevado, la diabetes o la hipertensión son algunos de los factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de padecer un infarto, una angina de pecho, un ictus, una trombosis, obstrucciones arteriales en las extremidades… Todas esas son consecuencias, complicaciones, de una misma enfermedad; la arterioesclerosis, que a grandes riesgos es la obstrucción o el estrechamiento de las arterias. Esa es la principal causa de muerte en los países occidentales, quizás solo equiparable al cáncer, y algunos de esos factores se pueden controlar, pero no explican todos los casos.
¿Por qué personas que no fuman, que no tienen colesterol, ni diabetes ni hipertensión padecen arterioesclerosis y pueden acabar teniendo problemas cardiovasculares? Eso se pregunta la comunidad médica internacional (que está comenzando a ahondar en la genética) y eso se preguntó también la especialista de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Elche Mar Masiá, quien acaba de publicar en una revista de primer orden internacional («PLOS One») las conclusiones de su investigación.
Sus resultados apuntan a que hay una relación entre haber pasado «herpesvirus» como el de la varicela o el citomegalovirus (que provoca fiebre) con tener más obstruidas las arterias. El jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas, Félix Gutiérrez, explica que son dos tipos de virus muy comunes que la mayoría de la población ha pasado, y que (como el resto de «herpesvirus») se quedan a vivir en el organismo de forma latente y se pueden reactivar a lo largo de la vida cuando hay una bajada de las defensas, por ejemplo por la menopausia o una temporada de estrés. En esos momentos aparecen calenturas, la «culebrilla» o herpes genitales y el trabajo que el organismo hace para mantener estos virus a ralla y para evitar que se despierten tiene el efecto añadido de obstruir las arterias. Esa es la novedad.
136 pacientes
Para llegar a esta conclusión, la doctora Masiá se ha dedicado durante más de un año a realizar dos pruebas a 136 pacientes portadores del virus VIH (la investigación se ha centrado en ellos porque desde hace poco tiempo se conoce que desarrollan más rápido la arterioesclerosis): Por un lado, ha medido su nivel de anticuerpos y por otro ha hecho una ecografía de alta resolución de su arteria carótida para comprobar qué cantidad de placa (o de obstrucción) tenía. Lo que ha descubierto es básicamente que cuantos más anticuerpos hay trabajando para combatir un «herpesvirus» de este tipo, más embozadas están las «cañerías» por las que circula la sangre: «Cuanta más respuesta del cuerpo contra esos virus, más obstrucción de las arterias», dice el jefe de la unidad.
Por decirlo de otro modo, la intensidad con la que el organismo se defiende de ciertos virus o la frecuencia con la que esos virus latentes en el cuerpo se reactivan se relacionan con el daño de las arterias. Puede ser porque el cuerpo de determinadas personas reaccione de forma exagerada a la amenaza del virus o porque el virus «se despierte» más veces que en otras personas, pero lo que ha quedado documentado es que este podría ser un nuevo factor de riesgo cardiovascular.
Aunque son estos dos tipos de virus los que se han analizado (el «varicela-zoster» y el «citomegalovirus»), desde la Unidad de Enfermedades Infecciosas apuntan a que los que desencadenan herpes comunes, herpes genitales, episodios de fiebre o el de la mononucleosis también pueden estar relacionados.
Medición
La aportación es novedosa e importante a nivel internacional, porque abre una nueva línea de investigación que hasta ahora solo se sospechaba. El doctor Gutiérrez avanza que si se confirmara que haber padecido estos tipos de virus aumenta el grado de lesión vascular de algunos pacientes, en el futuro podría medirse el nivel de anticuerpos igual que ahora se mide colesterol de forma rutinaria.
«Ni todos los que han pasado estos virus tienen arterioesclerosis ni es el único factor de riesgo», tranquiliza la doctora Masiá, del mismo modo que dos pacientes que fuman los mismos cigarrillos y tienen el mismo nivel de colesterol no tienen por qué tener el mismo infarto. De lo que se trata, aseguran los especialistas, es de adelantarse ya no al riesgo cardiovascular sino más; a antes de que se produzca la arterioesclerosis, a saber por qué se dañan las arterias.