Redacción, 03-01-2024.- La prevalencia de la diabetes en España, afectando a uno de cada siete adultos, destaca la importancia de comprender las consecuencias de esta enfermedad crónica. Una de las complicaciones más graves vinculadas a la diabetes es la retinopatía diabética, una afección ocular que surge por el daño a los vasos sanguíneos de la retina debido a la hiperglucemia sostenida. A medida que España lidera las estadísticas de diabetes en Europa, es crucial conocer las causas, síntomas y tratamientos de esta enfermedad ocular.
Tal y como recoge La Razón, la retinopatía diabética se origina por niveles elevados de glucosa en sangre, dañando los vasos sanguíneos encargados de nutrir la retina y el tejido nervioso. Tras 15 años de debut en diabetes, muchos pacientes pueden desarrollar algún grado de retinopatía.
Aunque los pacientes diabéticos son propensos a cataratas, la retinopatía diabética representa el problema ocular más grave, pudiendo llevar a la pérdida irreversible de la visión si no se detecta a tiempo.
En sus etapas iniciales, los cambios en la visión son sutiles, lo que dificulta el diagnóstico temprano. En fases avanzadas, la retinopatía puede manifestarse con edema macular o vasos sanguíneos anormales, lo que, sin tratamiento, podría derivar en desprendimiento de retina, hemorragias o glaucoma neovascular.
La prevención juega un papel crucial, especialmente a través de revisiones oftalmológicas periódicas, destacando la importancia de detectar cualquier alteración en la retina antes de que aparezcan síntomas notorios. Es vital para las personas diagnosticadas con diabetes, ya que se estima que aproximadamente la mitad de los afectados desconoce su situación.
El control adecuado del azúcar en sangre, la vigilancia de la presión arterial y los niveles de colesterol, junto con un estilo de vida saludable, son fundamentales para prevenir y gestionar la retinopatía diabética. El tratamiento en las etapas tempranas implica la colaboración entre diabetólogos y oftalmólogos para optimizar el control glucémico y frenar el avance de la enfermedad.
En casos avanzados, donde se presentan complicaciones como el edema macular, el tratamiento puede incluir fármacos antiangiogénicos y láser argón. En situaciones extremas, la cirugía, como la vitrectomía, puede ser necesaria para abordar la pérdida de visión.