Redacción, 27-11-2020.- Envejecer es mucho más que sumar canas o arrugas. Es un proceso que expone al cuerpo a una serie de cambios y riesgos compartidos, pero también únicos en cada sexo. Si la mujer debe afrontar los efectos secundarios de la menopausia, el hombre tiene sus propios problemas. Como el cáncer de próstata o el agrandamiento progresivo de la misma. Este agrandamiento, conocido como hiperplasia benigna, causa múltiples problemas en la micción. Existen múltiples tratamientos capaces de solucionar este tipo de alteraciones en el tejido prostático, aunque a veces a un precio demasiado elevado. Principalmente, incontinencia urinaria y la pérdida de la erección.
Tal y como recoge ABC, afortunadamente, las nuevas técnicas de láser aplicadas al agrandamiento de la próstata o el uso de la robótica en casos de carcinoma reducen cada vez más la posibilidad de desarrollarlas.
La próstata es una glándula que tiene el tamaño aproximado de una nuez y se sitúa justo debajo de la vejiga y delante del recto. La función de la próstata es producir el líquido que forma parte del semen. De acuerdo con el urólogo del Hospital Clínic de Barcelona, Javier Sánchez, la hiperplasia benigna de la próstata es algo que va a experimentar el 100% de los varones según avance su edad. Según el clínico, hay pacientes que experimentan síntomas a los 40 años, pero estos aparecen normalmente a partir de los 65 o 70 años.
«Con el aumento de la esperanza de vida, también aumenta el número de pacientes sintomáticos. Por eso, tanto los tratamientos médicos como los tratamientos quirúrgicos cada vez menos invasivos es lo que más interesa tanto a los médicos como a los cirujanos», explica.
Señales de alarma
Esta patología, pese a ser benigna, tiene que ser tratada, ya que puede limitar mucho la calidad de vida al dificultar progresivamente la capacidad de miccionar. El doctor Javier Sánchez explica su evolución: «Empiezas levantándote por la madrugada porque ya no aguantas toda la noche sin poder orinar. Tienes que ir más veces durante el día e incluso debes hacer fuerza con el abdomen. Al final, un día vas a orinar y ya no puedes. Es entonces cuando necesitas una sonda, un catéter ureteral». Para no tener que llegar a ese punto, se debe realizar una cirugía que permita «vaciar» la próstata por dentro. La terapia farmacológica, como recuerda el doctor Javier, solo sirve para retrasar este proceso.
Tradicionalmente se realiza este tipo de intervención mediante cirugía abierta. El problema es que genera muchos problemas de incontinencia urinaria y de sangrado, al tratarse de un tejido muy irrigado. La gran revolución en la cirugía de la hiperplasia benigna de próstata fue la aparición de las técnicas de láser. «El láser es en realidad una fuente de energía lumínica, lo que pasa es que aprovechamos la transformación que hace en calor cuando contacta con los tejidos», indica el urólogo. Las primeras técnicas de láser «vaporizan» la próstata. En cambio, la llegada del láser de Holmium permitió superar la principal limitación de las otras técnicas: tratar cualquier volumen prostático. El gran problema de este tipo de técnicas no es su eficacia, sino su accesibilidad. Según apunta el clínico, el láser de Holmium es una máquina cara que necesita de unos requerimientos en el quirófano muy especiales.