Redacción, 11-04-2014.- «A los viejos se les trata mal y se les discrimina; empezando por el lenguaje: viejo es sinónimo de carcamal, de vejestorio. ‘Tercera edad’ es un eufemismo». «Acusarles de poner en peligro la estabilidad del sistema es una agresión». «Cuando uno se jubila, le castigan: empieza a ganar un 40 o un 50 por ciento menos que antes, le imponen un copago y le obligan a ir de una administración a otra pidiendo sellos para comprar lo que le han recetado». Estas fueron, y así lo recoge Inés Gallastegui en las páginas del ‘Ideal de Granada’, algunas de las frases pronunciadas anoche por el doctor José Manuel Ribera Casado, catedrático emérito de Geriatría de la Universidad Complutense y creador del primer servicio de esa especialidad en un gran hospital español, el Clínico de Madrid.
Las declaraciones tuvieron lugar en el primero de los foros ‘Salud y tercera edad’, organizado por Ideal y patrocinado por Hefagra. Y pese a ese punto de partida, el doctor Ribera mantuvo una visión positiva sobre la vejez y, de hecho, centró su intervención en el llamado envejecimiento activo, ese reto de la Organización Mundial de la Salud que implica, para los mayores, más calidad y más tiempo de vida, menos riesgo de enfermedad y, para la sociedad en su conjunto, aprovechar la experiencia que pueden aportar personas que se han jubilado del trabajo, pero no de la vida.
«Envejecimiento activo no es que el Imserso ponga autobuses para llevar ancianos a los balnearios; es que las personas mayores participen en el bien común», matizó. El geriatra explicó que, en España, la edad de jubilación, en torno a los 65 años, es la misma que al final de la Primera Guerra Mundial, cuando «ni la gente llegaba igual a esa edad, ni la esperanza de vida era la misma, ni los trabajos eran los mismos». En ese aspecto, recordó que la esperanza de vida de los españoles se ha duplicado en un siglo, al pasar de 35 años en 1900 a 70 en 2000; hoy se superan ampliamente los 80 años. «Los niños nacidos ahora tienen grandes posibilidades de ser centenarios, y de serlo en mucho mejores condiciones que sus padres y sus abuelos», resaltó.
El especialista destacó, según informa el Ideal, que para alcanzar la meta propuesta por la OMS, hace falta superar una serie de retos en los que es necesaria tanto la implicación de los individuos como el compromiso colectivo. Así, hay que tratar de superar las pérdidas físicas inherentes a la edad, pero también afrontar obstáculos psicológicos, el ‘dejarse ir’ al que se resignan muchos ancianos. Es básico, añadió, asumir los cambios en la familia, la muerte de los amigos o la necesidad de ocupar el tiempo.
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UNA SOCIEDAD «EDADISTA»
Ribera, que ha superado los 70 años y sigue trabajando cada día en su hospital, aseguró que también es preciso superar «situaciones hostiles»: a menudo, jubilarse significa encontrar «malas caras y puertas cerradas» donde uno, después de muchos años de convivencia laboral, creía tener amigos . «Se nos invita a cuidar de los nietos, hacer las tareas, ayudar a los hijos que están en paro», lamentó.
Y, por último pero no menos importantes, el ponente citó las trabas administrativas. A su juicio, habría que replantearse la edad de jubilación, al menos para quienes puedan y quieran seguir contribuyendo activamente en la sociedad durante esos últimos años de su vida. Reconoció que hay oposición -por ejemplo, sindical-, pero aseguró que se podrían buscar fórmulas adecuadas para regular esa participación, desde las labores de voluntariado hasta la «jubilación a la carta».
Como síntomas de esa falta de equidad, de ese ambiente inconscientemente ‘ageista’ -o ‘edadista’, en el mismo sentido de ‘racista’ o ‘machista’-, destacó que los mayores de 65 años son casi un tercio de la población, pero su representación en el ámbito político es casi testimonial, desde el 1 por ciento de los ayuntamientos al 4 por ciento de las Cortes, y solo aumenta hasta el 8 por ciento en ese ‘retiro dorado’ que es el Europarlamento. «Debemos ir hacia una sociedad para todas las edades -dijo, aludiendo a otro de los lemas bienintencionados de la OMS-; una sociedad en la que los niños, los mayores y los intermedios tengan los mismos derechos y sean partícipes del bien común».
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EL PELIGRO DE CAER
El experto reconoció que, aunque la Geriatría es aún una especialidad poco reconocida, algunas cosas sí han cambiado. «Cuando yo estudié, la caída era un concepto que no aparecía en toda la carrera de Medicina; no era una enfermedad», recordó. Hoy, en cambio, los médicos admiten que este tipo de accidente tiene una influencia enorme en la salud de los ancianos y hasta se les enseña a levantarse si caen, para no agravar su estado. Y, por supuesto, se identifican los factores de riesgo: «Las alfombras, los cables, los animales domésticos, las pastillas para dormir… y los nietos».
El doctor Ribera, detalla el Ideal, terminó con una llamada a la ‘rebelión con causa’. «Cuando me entrevistan y me piden consejos para los mayores, siempre digo lo mismo: que se muevan, que beban mucha agua y que protesten: son demasiado pasivos, tienen que exigir más».
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