Redacción, 14-04-2015.- Nuestros vecinos galos cuentan con una de las tasas de donación de órganos más alta de Europa, explica Belén V. Conquero en La Razón. De acuerdo con los datos de 2013, 26 por cada millón de habitantes, aunque aún están lejos de las cifras españolas que nos sitúan a la cabeza mundial. Según los últimos datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), contamos con 36 donantes por cada millón de habitantes.
Para intentar aumentar el número de personas que, altruistamente, dan sus órganos tras fallecer, dos diputados socialistas franceses han modificado uno de los artículos de la Ley de la Salud que se ha elaborado en este país para que la familia sólo sea «informada» de la donación, pero que no sea necesario su consentimiento para ello. Así, tras fallecer la persona, los médicos no estarían obligados a consultar de forma sistemática a los allegados del difunto antes de quitarle los órganos.
Francia fue uno de los países pioneros en regular la terapia del trasplante. Lo hizo en 1976. Es más, la norma española, que se elaboró tres años más tarde, se inspira en la gala, así como las que fueron adoptando a lo largo de los años 80 los países del sur.
Todas ellas, incluyendo a Portugal y a Italia, recogen que si la persona fallecida no indica en vida que no quiere ser donante, se podrían extraer sus órganos sin consentimiento de la familia. En la práctica, como indica el director de la ONT Rafael Matesanz, «siempre se solicita el permiso a los familiares y, así, lo han estimado nuestros jueces», como ocurre en el resto de países de nuestro entorno.
Sin embargo, lo que propone Francia es una nueva vuelta de tuerca para intentar «captar» un mayor número de donantes, ya que mientras la lista de espera para un trasplante sigue subiendo –ha aumentado un 46 por ciento desde 2007–, la de donantes potenciales lo hace de forma mucho más pausada –sólo un 6 por ciento desde hace ocho años–.