Redacción, 05-04-2020.- Nuestro cuerpo obtiene de los rayos solares el 90% de la vitamina D que necesita, y sólo el 10% restante procede de la alimentación. La vitamina D es un nutriente que ayuda a nuestro cuerpo a absorber el calcio necesario para el normal desarrollo de los huesos y su mineralización y, por lo tanto, tiene un papel fundamental en la nutrición infantil en las etapas de crecimiento para la formación y mantenimiento de las estructuras óseas del cuerpo.
Para asegurar una adecuada ingesta, los expertos recomiendan tomar el sol en rostro y brazos durante 10 o 15 minutos, e ingerir alimentos ricos en vitamina D como pescados azules, la leche entera y la yema de huevo.
Sin embargo, tal y como recoge Ordesa, la actual situación nos obliga a pasar menos horas de las recomendadas expuestos a la radiación solar. Este hecho, unido a la dificultad de que los niños coman de todo y que obtengan de los alimentos la vitamina D que necesitan, podrían empeorar los ya bajos niveles de vitamina D en niños y adolescentes. Y es que según indicaba la Encuesta Nacional de Alimentación en población infantil y adolescente de España (ENALIA), la ingesta de vitamina D en niños y adolescentes está por debajo de los valores medios recomendados.
La lactancia es otro de los períodos en los que se considera que puede haber mayor riesgo de déficit de vitamina D. La reducción de horas bajo el sol en la actualidad y el no poder dar paseos con el bebé puede agravar esta situación, dificultando la absorción de calcio y la formación ósea, lo que puede conllevar posibles consecuencias en el futuro.
Ante esta realidad, numerosas sociedades científicas recomiendan suplementar la alimentación de los bebés menores de 12 meses de edad con 400 UI de vitamina D al día, así como a los niños y adolescentes de mayor edad.