Redacción, 28-03-2024.- Con apenas 40 años y tres niños pequeños, la vida de Montse Almirall se desmoronó cuando en su vocabulario entraron las palabras cáncer de mama metastásico.
Tal y como recoge La Razón, acaba de presentar el cuento «Cristina y Mamá», una obra basada en su historia real. Realizado con Diana Orero y la ilustradora Sandra Aguilar, el cuento benéfico va a favor de la Fundación Contigo contra el Cáncer de la Mujer y cuenta con la colaboración de AstraZeneca y la coordinación del Observatorio de la Salud.
Pregunta- ¿Cómo surgió la idea de este cuento?
Respuesta- Sólo el 7% de las mujeres que tiene un cáncer de mama parte desde el inicio con metástasis y yo entraba en este porcentaje. Eso significa que no hay cura. El shock fue tremendo y muy difícil de asimilar. Durante dos meses me quedé muda y fui incapaz de pronunciar la palabra cáncer. Por aquel entonces mis hijos tenían 6, 9 y 11 años, pero no sabía cómo contarles qué pasaba y no encontré nada publicado. No hay cuentos infantiles sobre cáncer para niños, y creo que es algo necesario. Ahora he cumplido ese sueño con el que confío ayudar a muchas personas que se enfrenten a este duro trance.
«No hay cuentos infantiles sobre cáncer para niños, y creo que es algo necesario»
P- ¿Se puede tener una infancia feliz cuando mamá tiene una enfermedad sin cura?
R- Sí, por supuesto que sí. Mi enfermedad ya no es el centro de todo porque hemos aprendido a vivir con ello. El punto de inflexión fue cuando mi oncólogo, Javier Cortés, me pidió que acudiera a la consulta con mis hijos. Conocer lo que mamá hacía en el hospital, hacerles partícipes de la enfermedad y cumplir las misiones que el doctor les había encargado, hizo todo más sencillo.
«Es muy injusto que la innovación no llegue a los pacientes que lo necesitan por cuestiones burocráticas o económicas»
P- La ciencia ha sido su salvación y ahora la impulsa desde su Fundación, ¿qué echa en falta?
R-Es mi forma de ayudar a la sociedad y devolver el regalo de vida que a mí me han hecho gracias a la investigación, que me permite tener una vida plena a pesar de todo. Pero es muy injusto que esa innovación no llegue a los pacientes que lo necesitan por cuestiones burocráticas o económicas. Eso nos genera mucha frustración e impotencia. Y también echo en falta el apoyo a los pacientes más allá del tumor, porque necesitamos cuidados que son muy costosos, como el de la piel, del pelo, la alimentación, ayuda emocional… y esto es de por vida…