Redacción, 20-01-2024.- Las enfermedades autoinmunes se han convertido en una amenaza creciente. Ejemplo de ello es el lupus eritematoso sistémico, una patología autoinmune, crónica y heterogénea, por la cual el sistema inmunitario, encargado de protegernos, ataca a las células y tejidos del cuerpo, ocasionando inflamación y daño en diferentes sistemas del organismo.
Tal y como recoge La Razón, el lupus, sin cura por el momento, no es una cuestión baladí, ya que, según datos de la Sociedad Española de Reumatología, se estima que en nuestro país tiene una prevalencia de 210 casos por cada 100.000 habitantes, lo que se traduce en que afecta a unas 96.000 personas, principalmente mujeres jóvenes. Pero con el lupus suele llegar otro peligroso compañero de viaje que dificulta aún más la enfermedad.
Se trata de la nefritis lúpica, ya que «aproximadamente el 25% de los afectados con lupus eritematoso sistémico (LES) debutan en el diagnóstico con nefritis lúpica. El 50% dentro del primer año», asegura el doctor Enrique Morales, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Es el caso de Nuria Carballeda, presidenta de la Asociación Gallega de Lupus, adscrita a la Federación Española de Lupus (Felupus), quien lleva ya 30 años conviviendo con esta enfermedad que descubrió con apenas 18 años.
Después del shock inicial, Nuria tuvo que enfrentarse a la nefritis lúpica, «una complicación que me obligó a parar mi vida y estar dos años con un tratamiento muy duro. Por suerte, se pudo recuperar mi función renal y, a pesar de las dificultades, llevo una vida normal, dentro de mi ‘normalidad’, caracterizada por el dolor y las complicaciones», relata.