A continuación parte de la entrevista que recoge La Razón:
Pregunta- ¿Todavía existe tabú en nuestro país para hablar y tratar la menopausia?
Respuesta- Yo diría que existe una inhibición por parte de las mujeres. Y creo que la causa es que hablar abiertamente de la menopausia sigue vinculado a la idea de “ya estoy mayor, me hago ‘invisible’, lo voy a pasar mal…” En la mayoría de las mujeres resuena la experiencia de sus madres, tías… como un período difícil, con muchos cambios visibles que a veces son “humillantes” o feos: los sofocos, el aumento de peso, perder la cintura, cambios de talla de ropa, caída del cabello, cambios en el estado emocional, dificultad para dormir…
P- ¿Cómo influye la aparición de la menopausia en la salud de la mujer? ¿Cuáles son los cambios más drásticos que se producen?
R- Depende mucho del estado previo metabólico y de salud de la mujer pero, sobre todo, de la velocidad del descenso en la producción de estrógenos y progesterona por parte del ovario, con la correspondiente elevación de dos hormonas hipofisarias, la FSH y la LH. Cuanto más brusco sea el cese, mayor repercusión emocional, sofocos, insomnio… a corto plazo y consecuencias a medio plazo a nivel cardiovascular, óseo, sobre la piel, cabello, acúmulo de grasa central, alteración del epitelio vaginal, incontinencia y síntomas en la esfera sexual. Algunas mujeres con exceso de grasa se “defienden” del cese de la función ovárica porque el tejido adiposo subcutáneo sintetiza “estrona”, un estrógeno débil que, en cierto modo, atenúa el déficit estrogénico. Otras, la minoría, tienen una transición suave y pocos síntomas.
P- ¿Y a nivel psicológico? ¿Qué consecuencias suele tener en las mujeres?
R- Las más frecuentes son inestabilidad emocional, menor capacidad de concentración, depresión, labilidad… todo lo cual puede agravarse por la dificultad para conciliar el sueño, los cambios físicos o la aparición de molestias como cansancio, dolores articulares, sensación de hinchazón, o cefaleas. En una minoría de casos esos síntomas pueden ser muy pronunciados y requerir tratamiento especializado. Son síntomas similares a lo que muchas mujeres experimentan antes de la regla, el “síndrome premenstrual”, pero en este caso no dura unos días, sino que se prolonga y puede ser muy largo.
P- Cada vez vivimos más y con mejor calidad de vida. ¿La llegada de la menopausia también se está retrasando?
R- No hay datos epidemiológicos al respecto. Probablemente la edad promedio de la menopausia sea la misma, en torno a los 50 años; lo que sí se ha prolongado es la esperanza de vida. Por eso, siendo tan importantes las hormonas ováricas para la salud global de la mujer, es muy pertinente preguntarse si procede mantener unos años una sustitución hormonal. Y lo mismo en el caso del hombre pues, aunque la disminución de producción de testosterona suele ser más tardía y paulatina, no hay duda de que, cuando hay un déficit, es conveniente plantearse la posibilidad de un tratamiento hormonal
P- ¿Es aconsejable acudir a un especialista antes incluso de la llegada de los primeros síntomas de la menopausia para comenzar a controlar la situación? ¿Podría ser beneficioso ese control precoz?
R- Sin angustiarse ni medicalizar la situación, creo firmemente que cuando se comienza a tener “desarreglos” en la menstruación o se inician síntomas compatibles con menopausia, es útil acudir a una consulta para evaluar la situación, analizar el escenario objetivo en el que está la mujer y acordar un planteamiento a corto y medio plazo.
P- Ante la aparición de los primeros síntomas de la menopausia, ¿en qué consiste el tratamiento integral?
R- Además de los síntomas de origen hormonal, pueden aparecer sangrados abundantes, miomas u otros problemas ginecológicos, además de la importancia de la prevención del cáncer de mama, útero y ovario. Por eso es crucial la colaboración entre Ginecología, Endocrinología y a veces otras especialidades. El papel de los médicos de familia puede ser integrar y acoger los diferentes problemas que puedan surgir, dando un seguimiento más cercano.